Capitulo 1
Salgo de mis pensamientos cuando la
fría agua proveniente del lavabo refresca mi cara cansada y agotada de tanto
entrenamiento. Miro el espejo que está frente a mí buscando mi mirada, cuando
de pronto encuentro la de mi hermano, Hokoru, observándome a través de este
desde el otro lado del cuarto de baño.
Sus ojos, a pesar de su frio color grisáceo, desprenden un calor y una
ternura muy intensos. Hacía tiempo que no recuerdo lo intimidantes que resultaban
cuando algo no iba bien. Tiene la piel roja señal de que acaba de salir de
darse un largo baño con agua caliente. Somos demasiado distintos, nadie podría
averiguar que somos hermanos de no ser por el símbolo de nuestro clan, que
adorna la vestimenta que llevamos.
Al fin, tras una larga e intensa mirada a través
del espejo del baño, volvemos a la realidad; el acaba de secarse el pelo con
una toalla grisácea mientras yo termino de secarme las manos con otra del mismo
color.
La relación entre mi hermano y yo
es sencilla, ausente de palabras, pero
plena de sentimientos; ambos solo necesitamos una mirada para comprender la
situación del otro, vinculo del cual otros hermanos carecerán, y del que yo
estoy orgullosa de tener.
Termino de secarme las manos y salgo
por la ancha puerta del baño, encaminada hacia la cocina, no sin antes haber intercambiado una leve
sonrisa con mi hermano.
Hace dos años yo cumplí la edad
suficiente como para comenzar a entrenarme como ninja, y mi padre, el cual tenía
unos importantes cargos como consejero del kage de nuestra aldea (Kirigakure), decidió
entrenarme el mismo, para, según él decía, sacar el mayor potencial posible de
mis habilidades. Hoy, por fin, podré entrar en un grupo ninja, formar parte,
oficialmente, de mi aldea. Mientras bebo
el último trago de soda, centrada en mis pensamientos, Hokoru se apoya en el
marco de la puerta.
- ¿Nerviosa?
- ¿Debería?
- No, siempre y cuando no menciones
el hecho de que nunca has tenido grupo.
Tiro la lata a la basura y me dirijo hacia
la puerta que separa la borrosa y blanca niebla de mi villa, del reconfortarle
y claro hogar. <<Mi villa es mi lugar, si tengo villa, tendré un sitio en
el que permanecer>>, eso es lo que nos inculcan a los ninjas de la
niebla, pero yo tengo otro punto de vista: Las villas persistirán siempre que
el amor haga que regreses a ellas.
-``Pensar eso te hace débil´´. Son
las palabras que me dedico mi padre después de mostrar mi punto de vista, y de
ahí en adelante, no lo volví a comentar.
Hokoru me abre la puerta y me agarra
del brazo antes de que salga.
-Te quiero.
Le miro, extrañada, ya que no
comprendo el porqué de dicho comentario, pero él no dice nada y acto seguido
cierra la puerta. Supongo que habrá querido decir que está orgulloso de mi, y
que confía en que lo haga bien, pero sus palabras me confunden.
Me adentro en la niebla, que me
envuelve con cada paso que doy por las calles. Camino lentamente entre los
edificios y me fijo en cada uno de ellos; son de colores fríos, tristes, y su
final esta tan cubierto por la niebla, que ni siquiera lo veo. Al final de la
calle un edificio sobresale entre los demás; no es ni azul, ni negro, ni
marrón, sino blanco. De un blanco tan puro que se funde con la niebla que lo
rodea. Nunca he estado dentro, porque mi padre se empeñó en prepararme como
kunoichii él mismo, bajo sus severos entrenamientos, y en examinarme frente a
la atenta mirada del consejo de Kirigakure, así que nunca tuve necesidad de
entrar allí. Pero hoy, es mi destino: La gran escuela ninja de Kirigakure.
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